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Conociendo a nuestras leyendas: Antonio Carrasco "Sevilla"

Hablar de Antonio Carrasco GonzálezSevilla” es hablar de la historia de la A.D. Alcorcón. Este sevillano (02/06/1946), que se trasladó a la capital de España con apenas 6 años, siguiendo a su padre, jockey de reconocido prestigio, cuando éste fue trasladado al hipódromo de La Zarzuela, se considera “alfarero por los cuatro costados” por su eterno amor al club que le vio llegar el mismo año de su fundación (1971). En esta sentida y emotiva entrevista nos habla de ello, de sus años en nuestra entidad, del fútbol de su época y de la emoción que siente cada vez que pronuncia el nombre del club de sus amores.

La llegada de Sevilla a la A.D. Alcorcón fue de lo más curiosa. Él la define “por amistad” y lo cierto es que la “culpa” de ello la tuvo el técnico que por entonces le entrenaba en el Torrejón, quien no contó con sus servicios, porque según le dijeron, le fichó “para que no reforzase a otro equipo”. Sin embargo, este mismo entrenador fue el que le dio el “chivatazo” al Alcorcón  de que nuestro protagonista quedaba libre. Y cosas de la vida…volvió a cruzarse con este mismo entrenador…en la A.D. Alcorcón!!.

Primer fichaje “mediático” de la entidad alfarera

Sevilla fue el primer fichaje mediático de la A.D. Alcorcón. De jugar en 1ª Preferente (que por entonces era una categoría más fuerte que la 3ª División actual) llegó a nuestra entidad pocos meses después de su fundación, cuando el equipo alfarero comenzó su andadura en 3ª Regional. Asegura que tras su “amarga” salida del Torrejón, quedó “algo desencantado del fútbol”, pero cuando Mariano, otra de las leyendas de nuestra entidad, acudió junto a su padre a su casa de Aravaca para tratar de convencerle de que fichara por la A.D. Alcorcón, no pudo negarse. Y desde entonces, 6 temporadas vistiendo con orgullo la elástica alfarera.

En la A.D. Alcorcón Antonio encontró una verdadera familia, “desde Dionisio Muñoz, el primer y para mí mejor presidente de la entidad, pasando por Pachón, Mariano y su padre, los hermanos Blanco y otros tantos directivos que tuvieron un trato humano conmigo y con mi familia increíble y que jamás olvidaré”. Antonio cuenta que “todos ellos son los valedores de la A.D. Alcorcón. Decidieron fundar un club federado del equipo de su pueblo precisamente por el amor a este pueblo, como nativos de aquí y como nexo de unión de la población”, rememora mientras sus ojos comienzan a brillar de emoción.

De aquella época, Sevilla considera que actualmente el Club “sigue con la misma base de valores. Por fortuna, la entidad ha evolucionado muchísimo, es profesional y estamos disfrutando de ver al equipo en Segunda División, pero los valores de humildad, esfuerzo y ambición siguen ahí, muy presentes y es que este Club no puede ser de otra forma”, esgrime.

Antonio era un nueve puro, fajador, potente, con buen manejo de las dos piernas, remate y espectacular golpeo de cabeza (no en vano estaba considerado como la segunda mejor cabeza de Castilla tras Santillana). Reconoce que su “fuerte” carácter posiblemente le impidió llegar a más, “como me han dicho en numerosas ocasiones, pero yo soy así, una persona que va de frente y que vivía el fútbol al cien por cien y por pasión y diversión. Lo demás, no me interesaba”, reconoce.

“El gol que jamás consiguió Pelé”

Las anécdotas se agolpan en la memoria de Sevilla. A la cabeza le viene “el gol que jamás consiguió Pelé”. Le miramos con cierta incredulidad, sonríe al ver nuestro gesto de asombro y comienza a relatarnos la jugada. “Fue en un enfrentamiento, un 1 de enero, en un abarrotado Municipal de Santo Domingo ante el Toledo. Los dos equipos nos jugábamos el primer puesto y la verdad es que nosotros salimos ya enchufados desde el vestuario. A poco del saque inicial desde el centro del campo Aparicio me dijo que le echase el balón un poco hacia adelante, mientras observaba al portero rival. El árbitro pitó el comienzo del partido, le di el balón a Aparicio y éste, sin pensárselo, pegó un chutazo desde el centro del campo que se coló por toda la escuadra. El público, incrédulo, no celebró el gol hasta que no nos vio abrazados. Fue algo increíble, por eso os decía que ni Pelé marcó ese gol”, sonríe con satisfacción. Aquel partido acabó con victoria alfarera por 2-0 y con Antonio como autor del segundo tanto.

Mientras hablaba de Aparicio, otra de las grandes leyendas de nuestra joven entidad, Sevilla no puede ocultar su admiración por su querido y entrañable amigo: “Era un futbolista magnífico, muy inteligente, posiblemente el de mayor calidad con el que he jugado. Me entendía muy bien con él en el campo y le he visto hacer auténticas diabluras con el balón”, subraya este aficionado del Real Madrid “pero sobre todo del buen fútbol, sea del equipo que sea”.

Sevilla nos cuenta otra divertida anécdota, en el campo del Moscardó, y que recuerda como su gol más destacado: “Jugábamos ante el Villaverde por un ascenso y vinieron muchos aficionados de Alcorcón. El partido estuvo igualado hasta los instantes finales y tuve la fortuna de marcar y, con ello, conseguir la victoria del equipo. La gente saltó al terreno de juego y me sacaron a hombros. Fue una alegría inmensa y siempre recordaré aquel gol por lo que supuso”, rememora.

Su marcha del club no fue la que hubiera deseado. De nuevo se cruzó en su camino aquel entrenador que tuvo en el Torrejón y las discrepancias afloraron de nuevo. Sevilla fue a hablar con Dionisio, su presidente, y acordaron que lo mejor para el equipo “era irme, con mucha pena para todos, porque mi relación con el club, el presidente y la directiva era sensacional, pero no quise dañar a la entidad”, afirma. Cosas de la vida, años después de su salida de la A.D. Alcorcón, Antonio volvió a encontrarse con este entrenador y acabó reconociéndole que se había equivocado con él, “cosas que pasan, no le doy más importancia”, manifiesta.

Tras salir de la A.D. Alcorcón y dejar huella de su clase en otros equipos, Sevilla puso el punto y final a su carrera como futbolista a los 39 años en El Tiemblo. A la par, comenzó su puesta de largo como entrenador, que le llevó por diversos equipos de la geografía madrileña y. como no podía ser de otra manera, a su querido Alcorcón: “Comencé en el Juvenil y tiempo después, cuando mi amigo Díaz Pablo se marchó al Leganés, gracias a su intermediación, el entonces presidente Diego Manzanares me fichó para el primer equipo”.

Sin embargo, la experiencia en el banquillo alfarero, a mediados de los 80, fue más bien agridulce. El Club pasaba por momentos muy delicados a nivel económico y los futbolistas no cobraban. “Me impliqué todo lo que pude las dos temporadas que estuve con el equipo en Tercera División pero al no cobrar, los jugadores estaban desanimados y los resultados no llegaban. La situación era insostenible. Hablé con el presidente para que arreglase la situación pero no fue posible”, recuerda con tristeza.

Pese a ello, siempre le quedará el cariño de aquellos futbolistas a los que entrenó, muchos de ellos integrantes de la Asociación Deportiva de Veteranos de la A.D. Alcorcón (ADVADA) y que hoy en día le profesan un cariño encomiable: “Mira que fui duro con ellos, pero yo les consideraba como mis hijos. Ahora me ven y me dan las gracias por aquellos momentos, por haberles enseñado disciplina, por aprender a convivir, el trato personal, saber trabajar en equipo, etc. Eso es fundamental en un entrenador y si consigues todo ello, habrás conseguido una buena base para el éxito”, recalca.

“Me gusta más el fútbol de ahora”

Mucho ha cambiado el fútbol desde la época que lo practicaba Sevilla. Preguntado por ello y por la comparación de sendas épocas, Antonio tiene claro que se queda “con el fútbol de ahora. Antes se jugaba más lento y casi siempre en un sistema con protagonismo para las bandas, lo cual era bueno para un delantero como yo. Ahora el fútbol es mucho más rápido, la técnica y la preparación han mejorado mucho y eso incide en el espectáculo”.

Como elementos clave para esa evolución positiva del deporte rey, Sevilla destaca “el magnífico trabajo que se está haciendo desde tiempo con el fútbol base, gracias a los magníficos entrenadores que tenemos en España. Tienen mucha calidad, saben cómo tratar a los niños y ahí están los resultados que está consiguiendo el fútbol español. Tenemos el mejor colectivo de entrenadores del mundo”, manifiesta sin pestañear.

Nos quedamos con ganas de seguir conversando con Antonio Carrasco “Sevilla”, porque entre anécdotas, recuerdos, vivencias y opiniones diversas, una hora de conversación se te hace poco, pero el tiempo apremia. Antonio, mientras se dirige al estadio para la sesión fotográfica, sigue hablando del Alcorcón, de su Alcorcón, y casi meditando para sí mismo acierta a decir que quiere a este club “como si fuese algo mío, porque tuvieron un trato espectacular conmigo y mi familia y por eso lo llevo tan dentro. Era mi familia de verdad, me hicieron sentir muy querido y lo voy a agradecer hasta el final de mi vida”, concluye con una enorme sonrisa de complicidad.