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Pablo Martínez, la historia de un debut soñado

Partido frente al C.D. Tenerife. Minuto 70. Un futbolista con el 33 a la espalda se prepara en banda para saltar al terreno de juego. Un jugador desconocido para el gran público con una historia detrás que conocemos junto al protagonista tras un entrenamiento del primer equipo, algo que comienza a ser habitual en la vida de un madrileño de cepa.

Pablo Martínez Andrés (Madrid, 22/02/1998), empezó a jugar como tantos otros niños en su colegio: “en el de toda la vida, el Salesianos de Atocha”, apunta Pablo quien asegura que “a los 4 años ya jugaba en el equipo de Fútbol Sala con mis amigos”. Sin embargo, el salto al césped no tardó en llegar: “Mis tíos, que son de Moratalaz, apuntaron a mi primo en el E.D. Moratalaz y me animaron a ir con él”. El mediocentro amarillo recuerda que “era un campo más grande, césped artificial y mi padre decidió llevarme”.

Pablo creció en la Escuela Deportiva de Moratalaz, desde benjamines hasta juvenil de segundo año, hasta que en enero de 2016 llegó un momento que cambiaría su vida con la llamada del Alcorcón. “Fue una sorpresa, no conocía otra cosa que no fuera Moratalaz, no conocía el fútbol a mayor escala”, afirma el centrocampista quien cuenta como “me dijeron que había un equipo de División de Honor interesado en mí, yo era de un equipo de barrio, toda la vida en el mismo equipo con mis amigos y para mí fue una gran ilusión y decidí venir aquí sin duda”, explica.

El cambio de equipo tras toda una vida en la E.D. Moratalaz no fue fácil para Pablo: “Me encontré una categoría difícil con mucha competitividad en el equipo, un fútbol completamente diferente, un vestuario en el que no conocía a casi nadie… Fue un cambio difícil para mí pero los compañeros me lo pusieron más fácil”, comenta el madrileño de Santa María de la Cabeza.

Tras media temporada de aprendizaje y adaptación, la siguiente, también con el División de Honor Juvenil de la A.D. Alcorcón, las cosas no salieron como se esperaba: “Fue un año duro porque hubo muchos cambios y teníamos un gran equipo, incluso dos chicos debutaron en Segunda División, pero algo falló”, lamenta Pablo quien esta temporada cumple su primera como senior.

Pablo Martínez es uno de los juveniles escogidos para formar parte de la plantilla del Tercera División: “El Club confió en mí pero al principio no terminaba de entrar en las convocatorias”, señala el mediocentro alfarero para quien la llegada de Diego Montoya al banquillo del filial fue clave: “Cuando llegó Diego (Montoya) empezó a contar conmigo poco a poco y con él todo cambió. Me dijo que tuviese paciencia, que el cambio de juvenil a senior es un paso importante, que era otro ritmo y me daba muchos consejos de la posición en la que yo juego y me hizo tomar hábitos que no tenía”, explica agradecido Pablo quien asegura que “ese cambio fue el que me dio pie a poder entrar en el equipo. Sin ninguna duda, además”, sentencia.

La situación cambió para él: “Empiezo a entrar en dinámica del equipo, me da minutos, empiezo a ser titular y me llama el primer equipo… Todo muy rápido y complicado de asimilar”, reconoce abrumado Pablo quien cuenta como “estás en tu casa un día por la tarde y ves el mensaje: ‘Mañana entrenas con el primer equipo’. Una sorpresa para mí, nunca había entrenado con ellos ni había estado en ese mundo de la Segunda División”, apunta Pablo quien reconoce que “fue una alegría increíble en casa”.

En su primera experiencia entrenando con el primer equipo, Pablo se encuentra “un mundo profesional, es otra cosa”, algo que define como “mucho más serio”. El jugador criado futbolísticamente en Moratalaz confiesa que “desde el primer momento me dijo Julio: ‘Aquí se viene a trabajar y con disciplina’, y es que Pablo tiene claro que “aquí ya te juegas muchas cosas”.

Para Pablo, el recibimiento en el primer equipo fue “muy bueno”. “Todos te tratan muy bien, te arropan y te acogen bien”, destacando a Carlos Bellvís, Nono y Jon Errasti. La sintonía con el vasco es fácil de entender: “Como jugamos en la misma posición, te enseña, te dice lo que tienes que hacer y uno tiene que estar con las orejas bien abiertas para absorber toda la información que te dan y seguir aprendiendo”, explica Pablo quien sabe que “ellos llevan mucho tiempo en esto y son los que te tienen que enseñar”.

Después de tres semanas subiendo a entrenar con el primer equipo llegó su primera convocatoria con el conjunto de Julio Velázquez: “No me lo esperaba para nada” y confiesa que “la clave es que el día antes del partido, que suele haber vídeo, me dijo Luis -Segundo Entrenador- que pasara al vídeo y ahí ya lo pensé. Después, Pedro el delegado me dijo que firmara la citación”, recuerda Pablo con la ilusión de aquel momento.

Para mí estar en el banquillo ya era un premio”, asegura Pablo quien reitera que “estar en convocatoria en un partido de Segunda División es algo que no te esperas. Era un sueño para mí”. En ese momento, Pablo se acordó “de mis padres y mi hermano, los que siempre han estado conmigo, los que me han apoyado todos los días, los que me llevaban a entrenar, cuando jugaba, cuando no jugaba, lloviera o hiciera sol. Si a alguien se lo tengo que agradecer es a ellos. Les debo mucho”, asegura un emocionado Pablo.

Por la cabeza de Pablo pasaron muchos escenarios de partido. “Si se da la situación, igual puedo jugar diez minutos”, confiesa Pablo que pensó aunque reconoce que veía que “el partido no estaba para salir”. Entonces llegó el momento, ese minuto 70 que nunca olvidará ante la oportunidad que Julio Velázquez le estaba dando: “Esta es tu oportunidad, aprovéchala, sal a jugar y haz lo que tú sabes”, recuerda Pablo que le dijo Velázquez segundos antes de cumplir su sueño: debutar con el primer equipo.

Salgo por Kadir y a jugar”, dice con una sonrisa de oreja a oreja recordando la emoción del momento. “Yo pensé que iba a estar más nervioso”, reconoce Pablo y es que para el 33 alfarero jugar “en tu estadio, con tu gente, en Segunda División, ante todo un Tenerife, veinte minutos... no es ninguna tontería”. El mediocentro sabe que “aquí se está jugando mucho mucha gente" y, continuando la conversación con su ‘yo’ interior, asegura que “me dije esto es lo que quiero ser, a esto me quiero dedicar y no puedo estar a las tonterías. Si estoy aquí es porque me lo he ganado, me han dado la oportunidad y tengo que aprovecharla”, recuerda.

Acabó el partido. Se nos habían escapado dos puntos ante el C.D. Tenerife tras un partido dominado de principio a fin por los amarillos pero la felicidad de Pablo era inquebrantable: “Estaba muy contento y muy agradecido. Tenía un montón de mensajes en el móvil de felicitaciones” y asegura que estaba “muy orgulloso por mí y por la gente que me ha ayudado a estar aquí”, con ese 33 a la espalda “que no se me va a olvidar en la vida. El número de la suerte hasta que me muera”, asevera.

Después de vivir aquel debut, Pablo lo tiene más claro que nunca: “Hay que seguir trabajando como el que más porque todavía no he hecho nada”, manifiesta el madrileño quien reitera: “Yo quiero seguir ahí, quiero corresponder al míster de la confianza que depositó en mí y que ojalá pueda tener más minutos y ayudar al equipo cuando él me necesite”.

Dicen que lo difícil es mantenerse y Pablo lo tiene claro: “He dado un pasito pero hay que trabajar para dar otro más”. En ese sentido, confiesa que habla con su compañero Óscar Arribas, quien también tuvo ocasión de debutar el pasado curso con el primer equipo: “Me dijo que estaba muy contento por mí. Él ha pasado por lo mismo y es algo que comentamos entre nosotros porque jugar en el estadio con toda la afición es una gran experiencia”.

Pero la pasada semana Pablo volvió a la realidad del filial con el partido ante el Alcobendas Sport en el anexo de Santo Domingo: “Los compañeros me dieron la enhorabuena, yo sé que mi equipo es el filial y que si he dado el paso de debutar con el primer equipo tengo que aportar lo máximo con el filial para tener más oportunidades”, dice un concienciado Pablo.

En lo que respecta al Alcorcón B, Pablo asegura que “el equipo está a muerte, el otro día hicimos un gran partido frente al Alcobendas Sport, supimos dar la vuelta a un marcador adverso y llevarnos los tres puntos”, y añade que “el objetivo es mantenerse pero una vez lo consigamos tenemos que mirar para arriba y si se puede asomar la cabeza en los play-offs”, comenta convencido Pablo quien apostilla: “Lo vamos a intentar hasta que haya opciones matemáticas”.

Pablo se considera fuera del terreno de juego “un chico normal, agradable y simpático” pero dentro del campo se describe como “un mediocentro más ofensivo, con llegada al área y me gusta jugar a esto con el balón en los pies”, dice con una sonrisa.

Estudiante en la actualidad de TAFAD junto con su compañero Galo, Pablo tiene claro que va a “seguir trabajando para conseguir otra oportunidad y a demostrar que puedo estar ahí arriba con ellos” y concluye asegurando que “el Alcorcón para mí es el club que va a estar siempre en mi corazón, es el que me ha hecho debutar en el fútbol profesional, en Segunda División, el Club que ha confiado en mí desde juveniles y eso no lo voy a olvidar nunca”.