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Conociendo a... Cristóbal Parralo y Javier Manjarín

“Las personas se visten por los pies”, asegura el acervo popular. Y, en efecto, sabio es, porque tras conversar de lo humano, lo divino y lo futbolístico con Cristóbal Parralo y Javier Manjarín, esa es la conclusión a la que uno llega. Educados, transparentes, simpáticos, de tú a tú con su interlocutor…hacen que una hora de entrevista se convierta en una hora de placer y conocimiento con dos exfutbolistas de élite, que tuvieron el privilegio de tocar el éxito y que ahora tenemos, para nuestro disfrute, en el banquillo de la A.D. Alcorcón.

 

“La familiaridad que hay por parte del club en todo”, responde Cristóbal Parralo a la pregunta de qué es lo que más le ha llamado la atención de la A.D. Alcorcón y añade que “mucho más de lo que pensaba. Esa familiaridad hace que convivas con la gente y que les cojas ese cariño”. En la misma línea se muestra Manjarín, quien afirma que “al final la fuerza del club está en el grupo humano que se forma a nivel organizativo. Y a nivel deportivo nos hemos encontrado un grupo muy dispuesto a hacer cosas, algo que no es fácil de encontrar. A partir de ahí, a seguir creciendo”.

 

Bajo esta primera premisa de familiaridad institucional, los objetivos deportivos marcados por Cristóbal son realistas y prudentes, pero con esa pizca necesaria de ilusión: “Nuestros objetivos deben ser a muy corto plazo, partido a partido. Nos marcamos llegar a esa cifra mágica que nos permita respirar y estar tranquilos, y lógicamente, si lo conseguimos pronto, ser ambiciosos y no ponernos techo”, subraya el técnico alfarero.

 

Y es que “vender humo” en una Liga 123 que pasa por ser la más igualada de Europa, así como una de las más potentes, sería contraproducente. Manjarín considera que esta temporada, en la que hay 18 equipos que han militado en Primera División en algún momento de su historia, hace que sea una competición muy atractiva. “Para un club como el nuestro, es un reto ya que nos vamos a encontrar con equipos de grandes ciudades, con una historia muy grande detrás, con títulos nacionales, internacionales… y que van a competir para ascender otra vez. Creo que va a ser una campaña bonita, competida y muy difícil”, esgrime el asturiano, a lo que Cristóbal añade que “sabemos que va a ser muy competitiva y muy difícil pero a la vez la competición se hace mucho más atractiva. Todos estamos muy ilusionados en poder hacerlo bien y competir como equipo, como grupo porque ahí reside nuestra fuerza”, apostilla.

 

Tanto Cristóbal como Manjarín han sido dos destacados profesionales del fútbol español. Han conseguido títulos nacionales e internacionales, han vestido “la roja” y, por ende, han saboreado las mieles del éxito deportivo. Ello, no cabe duda, les ha llevado a vivir situaciones inolvidables y que siempre quedarán en su retina. Para nuestro mister “es difícil quedarse con un solo momento. Siempre recordaré el debut en Primera División, la Copa de Europa y La Liga con el FC Barcelona, la Copa del Rey con el Espanyol… y una final de Copa de Francia con el PSG en Saint Dennis, el año de mi retirada. Tengo muy buenos recuerdos del fútbol, me ha hecho crecer a todos los niveles, como persona y como deportista, e intento tener esos recuerdos como entrenador”, apunta.

 

Javier hace un balance genérico y manifiesta que sus mejores recuerdos “son siempre cuando he ganado algo o cuando pasas por buenos momentos. Me quedo con toda mi carrera, desde el día que debuto, encima con el equipo de mi ciudad (Sporting de Gijón), pero también con las lesiones, los momentos malos, momentos en los que no juegas, De todo aprendes porque te sirve para madurar. He tenido la suerte, siempre lo digo, de haberme dedicado a lo que me gusta y me siento muy feliz por ello”, sentencia con una sonrisa.

 

Cuestionados por si el haber sido futbolista profesional es una ventaja para ocupar un banquillo, Cristóbal piensa que “es una ligera ventaja a la hora de saber qué siente un vestuario en diferentes momentos. Lógicamente eso es una parte del entrenador, existe otra que es información y sin ella un entrenador no puede trabajar. Las dos cosas hacen que puedas llegar a ser un gran entrenador. Luego todo es muy relativo, depende de donde estés y los resultados, que al final son los que hacen que uno sea mejor o peor entrenador también”.

 

 

El mismo argumento expresa Manjarín: “Tienes la ventaja de haber vivido experiencias que luego te ayudan con los jugadores. Puedes entender muchas cosas que pasan dentro de un vestuario. Pero también necesitas la formación y horas de trabajo e ir aprendiendo cada día, lo necesitas todo. Un exfutbolista no tiene porqué ser buen entrenador ni una persona que no haya sido jugador ser mal entrenador, todo es compatible. Al final los jugadores y la mentalidad van cambiando y tú necesitas reciclarte también”, aduce Javier.

 

Continuando con su labor al frente de un banquillo profesional, preguntamos a nuestros dos protagonistas en qué momento les picó el gusanillo para poder dirigir su carrera como entrenadores. Cristóbal Parralo reconoce que ya en los últimos años como futbolista quería serlo: “Muchas veces me ponía en la piel del entrenador y me gustaba saber qué pensaba él, cómo se sentía, intentabas quedarte con lo que más te gustaba de cada entrenador. Afortunadamente he tenido grandes entrenadores de los que aprendí mucho” y desde ese conocimiento previo ha adquirido su sello particular: “Al principio quería que mi equipo fuera el protagonista, el que dominara y ganara los partidos pero lo que cada vez me parece más importante es que mi equipo compita en todos los partidos. Es la forma en la que aúnas todas las cosas en una. Nosotros intentamos adaptarnos a los futbolistas que tenemos y sacarles el máximo rendimiento, para mí eso es competir”, enfatiza nuestro entrenador.

 

Manjarín, al que le llegó la oportunidad de la mano de Cristóbal ya en el Fabril, se identifica “con un equipo que domina el juego, tanto en la etapa ofensiva y defensiva. Para ello tienes que contar con buenos jugadores. Nosotros les damos unas directrices que les sirvan para ganar el partido pero lo tienen que hacer ellos. Y lo más importante, como dice Cristóbal, es que cada fin de semana tu equipo sea competitivo”.

                                                                      

 El tándem Cristóbal-Manjarín no lleva excesivo tiempo trabajando juntos. Su relación en los banquillos comenzó hace un par de temporadas en el Fabril y, desde entonces, siguen juntos y en buena sintonía. No hay más que ver lo que piensa el uno del otro. Así, Parralo afirma de Manjarín que “siempre me pareció una gran persona pero una vez trabajando juntos y conociéndonos, para mí ha sido muy importante tenerle al lado y llevar juntos la nave que conducimos. Cada temporada que pasa vemos que hay esa sintonía. Es una persona honrada, trabajadora, que lucha por conseguir los objetivos marcados. A ambos nos gusta trabajar en equipo, escuchar las opiniones de todos y lógicamente sé que si un día necesita entrenar porque se lo pide el cuerpo, sé que estará preparado”.

 

Javier, que escucha atentamente las palabras de Cristóbal, afirma de este que “es muy buena persona. Un gran trabajador, con los objetivos muy claros y por los que lucha hasta la extenuación. Es un técnico que intenta aglutinar a todos los que estamos alrededor para crecer como entrenador. Todo lo que le podamos aportar, él lo gestiona y lo utiliza, lo cual es muy positivo, porque cuenta con todo su equipo”.

 

Decididos a “tirarles de la lengua” y teniendo en cuenta que sus carreras futbolísticas discurrieron en paralelo, retrocedemos nuevamente a su etapa como futbolistas, situamos al Manjarín delantero y al Cristóbal defensa y la pregunta es inevitable ¿Cuántas veces cubrió nuevo mister a Manjarín? ¿hubo alguna que otra “patadita”? Las risas surgen espontáneamente y raudo sale Javier para desmentirlo: “Cristóbal no era un jugador de dar patadas. Era un lateral con mentalidad ofensiva que cuando había que defender, también lo hacía. No recuerdo llevarme patadas del mister”, indica con un gesto de complicidad. Cristóbal confirma que “seguro que alguna patada le di a Javier”- de nuevo estallan las risas- “pero yo no era un jugador violento, he intentado jugar al fútbol siempre y, hombre, alguna patada siempre das, ya que va con el juego. Recuerdo que Javier, con espacio por delante, era un jugador muy potente, rápido al espacio y llegaba bien a zonas de remate. Un futbolista top en esa época, que marcaba diferencias”, rememora.

 

Ha pasado más de una década desde que Cristóbal y Manjarín colgaron las botas. Tiempo suficiente para que evalúen las diferencias entre aquel fútbol, no tal lejano, y el actual. Parralo considera que “ha habido una evolución en los sistemas de entrenamiento. En la actualidad, un cuerpo técnico está formado por numerosas personas que buscan que nada quede al azar. El azar de los futbolistas es impecable, todos los conjuntos están muy trabajados tácticamente y sí que puedo echar de menos esa improvisación del jugador diferente, ese entendimiento del juego de aquel que sabe cuándo andar y cuando correr. Creo que es una evolución general del fútbol, se ve una diferencia abismal de ritmo en el juego y dentro de 15 años pues veremos diferencia también con el fútbol de ahora y el de ese momento”, dice el técnico cordobés.

 

Por su parte, Javier cree que “va un poco en función de la educación de los chicos, las instalaciones que tienen. Todo ha cambiado un poco. Antes era raro ver a un defensa salir jugando desde atrás, era algo de jugadores de otro perfil, y ahora, con los campos que hay, se pueden hacer otros entrenamientos, los entrenadores están mucho más preparados, al igual que los jugadores están mucho mejor preparados tanto tácitamente como físicamente. Ahora hay poco futbolista criado en la calle, con ese desparpajo, pero lógicamente ahora están mucho mejor preparados que nosotros. El fútbol ha cambiado para bien en ese sentido”.

 

La evolución de la tecnología también ha llegado al fútbol para quedarse, tal y como ocurre con la implantación del famoso VAR. Sobre esta cuestión Manjarín afirma que ellos vienen “de una parte de la historia del fútbol donde no existía ningún tipo de ayuda en el mundo del fútbol, ni para los futbolistas ni para los árbitros. Yo creo que tiene sus pros y sus contras. A nivel de competición, antes del Mundial yo era un poco contrario al VAR. Ahora que estoy en los banquillos, me parece justo. Me parece bien que esta tecnología entre dentro de la competición y ayude a resolver jugadas conflictivas de la forma más justa posible”. Cristóbal piensa lo mismo y argumenta que “todo evoluciona, los tiempos, la sociedad y la tecnología es un punto muy importante en la evolución. Al final hay que adaptarse, entenderla lo antes posible y que se vea con normalidad ya que es algo que ya se está implantando”.

 

Fuera del fútbol, aunque ambos reconocen que no es fácil desconectar del deporte rey, son dos personas de lo más normal, hogareñas y que intentan pasar todo el tiempo libre posible junto a su familia. Así, Javier asegura que “intentas no llevarte los problemas a casa. Tienes una familia que te apoya y no tienen por qué pagar los platos rotos. Pero es verdad que no es fácil desconectar siendo entrenador. Al final siempre estás con el partido pasado, el que viene…”.

 

Idéntica es la respuesta de Cristóbal: “Puedes tener alguna tarde libre e intentas disfrutar de la familia, realizar otro deporte pero es complicado, siempre estás con entrenamientos, partidos que han pasado, que vienen y es difícil desconectar. Yo creo que ese es uno de mis problemas, al final estás en casa, te están hablando y yo estoy pensando en fútbol. Agradezco mucho a la familia la paciencia que tiene conmigo”, admite con cierta resignación.

 

Como dos grandes deportistas de élite que han sido, y aunque sea a un menor ritmo y exigencia, ambos siguen practicando deporte, como vía de escape y la verdad es que no lo hacen nada mal. Así, Manjarín se ha hecho todo un experto en golf, federado y con un buen hándicap: “Hay que dedicarle muchas horas para ser bueno. Es un deporte diferente. Compites contra ti mismo y con el campo y no juegas contra un rival de manera directa. Yo voy, intento desconectar y muchas veces te frustras pero te viene bien porque así no piensas en otras cosas”. Y en esto del golf ha iniciado al mister, asegurando que “no lo hace nada mal. Él donde es muy bueno es en el pádel y yo estoy tratando de aprender junto a él”, afirma con una buena carcajada.

 

El guante lo recoge Cristóbal y admite que “tras dejar el fútbol, me pasé al pádel, jugué muchas horas y no es que tenga un nivel espectacular pero para ser amateur, me defiendo. Luego en el golf me gustaría pegarle como la pega Manjarín. Pero como dice él, si no lo practicas es difícil mantener el nivel. Lo veo algo muy útil para desconectar. Nunca pensé que iba a aficionarme al golf pero una vez que lo probé, me enganché y cuando tenga tiempo espero poder practicar y acercarme un poco a Javi” concluye con un guiño de complicidad hacia su inseparable Manjarín.