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Rubén Sanz, eterno capitán

¡Quién nos lo iba a decir! Llegó en julio de 2003, a su estilo, sin hacer ruido. Venía de la mano de un entrenador que trabajó por profesionalizar el club desde la humildad, Raúl González, y quien desde el principio le dio la responsabilidad de ser el pulmón del centro del campo alfarero.

Los tiempos fueron cambiando en Santo Domingo. Pasaron los entrenadores pero Rubén Sanz siempre seguía ahí, incombustible en el mediocampo amarillo. Echamos la mirada atrás y solo se nos vienen a la cabeza grandes momentos y extraordinarios goles, faceta esta última poco habitual en Rubén pero que, cuando salía a relucir, significaba algo importante: aquel golazo de falta en Pontevedra en un año difícil; aquel misil por la escuadra en el último minuto del debut liguero ante el Sangonera; o, sin ser gol, aquella semivaselina que dio el primer aviso al Real Madrid en el Alcorconazo.

“Cuando un jugador es fijo para todos los entrenadores, por algo es”, decía Anquela del capitán amarillo. Y es que Rubén no se perdía una. El de Valladolid ha jugado en prácticamente todas las posiciones habidas y por haber. De central lo vimos recientemente pero lo más curioso fue verle de lateral izquierdo años ha en el estadio del Compostela. Los 42 partidos que jugó el año del primer play-off a 2ªA se quedaron en nada con los 46 que jugó el año del ascenso.

Pero con Rubén también hemos sufrido. Su empeño por luchar cada balón al límite nos ha hecho estremecernos en más de una ocasión, como el año del estreno en Segunda con una grave lesión de rodilla en Ponferrada que le tuvo medio año parado; o en el primer partido de liga de la 2013-2014 cuando se nos paró a todos el corazón viéndole tendido tras un golpe con una valla de Santo Domingo. Pero el capitán siempre volvía. Liderando las gestas alfareras en Copa, visita incluida al viejo San Mamés de su admirado Athletic, o llevándose el dedo pulgar a la boca dedicando sus valiosos goles a sus hijos Sergio y Pablo, el primero de ellos chupetín alfarero para orgullo de su padre.

Ley de vida. Cosas del fútbol. Sea como fuere nadie nos va a quitar el recuerdo de los 432 partidos que defendió con orgullo, más algún que otro Puchero alzado al cielo de Alcorcón.

Gracias Rubén por estos 13 años de raza y pundonor. Gracias Rubén por lucir con tanto orgullo la camiseta amarilla. Por siempre y para siempre, eterno capitán. Te esperamos a la vuelta de la esquina!.