Skip to main content

FÚTBOL BASE| El cariño a una madre, por nuestros jugadores

Este domingo se celebra el Día de la Madre y, con motivo de tan señalado día y dentro de las acciones que se van a realizar este sábado en el partido ante Osasuna, hemos reunido a seis madres de jugadores del Fútbol Base alfarero con sus respectivos hijos. Madres e hijos nos han regalado grandes momentos llenos de emoción, risas y gestos cómplices que evidencian el enorme cariño y profundo respeto que nuestros chicos profesan hacia sus madres.

Gonzalo García, del Alevín B, tiene claro por que admira a su madre: "Porque me trae todos los días al fútbol, me lleva todos los días al colegio, me ayuda a hacer los deberes y si tengo algún problema...". El alevín amarillo reconoce que le gusta "cuando mi madre me da un beso todas las noches antes de irme a la cama". Su madre, María Olivares, solo tiene buenas palabras para su hijo mayor -Rodrigo, su otro hijo, juega en el benjamín B-: "Es un encanto, siempre está pendiente y es muy buen niño. Es muy especial", sentencia María quien añade que Gonzalo "siempre está preocupado por su hermano pequeño". El primer recuerdo de Gonzalo con un balón, en palabras de su madre, es "sonriendo y corriendo y corriendo con el balón" e indica que "siempre le veo feliz, sonriendo. Cuando dejé de sonreír pensaré que tiene algún problema", finaliza.

A Álvaro Sierra se le entrecorta la voz cuando habla de su madre, Yolanda Loro: "Me ayuda cuando estoy mal y cuando lo necesito sé que siempre va a estar ahí". El jugador del Infantil A explica que tiene mucho que agradecer a su madre: "Me ayuda mucho con los deberes, hay muchas cosas que no entiendo y eso para mí es importante". Por su parte, Yolanda admite que su hijo es "muy responsable" y apunta que "no hace falta que estemos encima de él". La madre de Álvaro manifiesta que su hijo "tiene muy claro lo que tiene que hacer y bastante claro dónde tiene que llegar y cómo conseguirlo".

Para Yolanda, Álvaro nació con un balón bajo el brazo: "Antes de empezar a andar ya estaba con el balón", recuerda, y señala que "incluso las vecinas me decían que este niño siempre ha tenido el balón en los pies antes de echar a andar". La madre del infantil alfarero asume que "él disfruta mucho con el fútbol" y explica que "somos de Leganés y desde los cuatro años lleva jugando. Este es su segundo año en Alcorcón", aunque Yolanda le resta importancia a tener que venir todos los días desde Leganés: "No nos cuesta tanto" y reconoce estar "muy agradecidos al club por el trato".

Hugo García y su madre Raquel Calvo derrochan amor por los cuatro costados. "Me cuida muy bien, me quiere mucho y yo también a ella", comienza el jugador del alevín B quien asume que "sin mi madre moriría". Hugo también valora que "mi madre me ayuda a estudiar", a lo que ella señala, "en el tema estudios hay que estar detrás de él para que se siente pero es muy buena persona, muy noble". Raquel reconoce que "Hugo es un niño muy simpático, muy bondadoso que empatiza con todo el mundo aunque es un poco trastillo". Cuando le preguntamos por el primer recuerdo de Hugo con un balón, Raquel echa su vista atrás y resuelve que "ya con dos años, o menos, él ya estaba con un balón". La madre explica que "somos una familia futbolera, Hugo empezó en el colegio a jugar, después vino aquí y me temo que ya es para toda la vida", apunta.

Sandra Muñoz, jugadora del infantil A de la A.D. Alcorcón F.S.F., cuenta cómo al principio su madre Raquel recelaba de que ella jugara al fútbol: “No le hacía mucha gracia que jugara al fútbol pero un verano me apuntaron a un campamento, me vieron y me dijeron que me podía apuntar en el Alcorcón”, explica. “Antes no sabía nada y ahora me lleva a todos los partidos, vamos a ver al División de Honor y ahora sí que controla”, continúa la futbolista infantil. ¿Tu hija es la culpable de que te hayas enganchado al fútbol?, “totalmente”, contesta Raquel quien reconoce que “antes pasaba del fútbol”. La madre de Sandra cuenta que apuntaron a su hija al campamento con la idea de que se “desahogara” aunque admite que “fue la perdición porque a raíz de entonces, hace ya cinco años, juega en el Alcorcón”. Más allá de esta anécdota, Sandra explica que su madre “está conmigo todo el día porque su trabajo coincide con mi horario de instituto” y asegura que “me cuida mucho”. Sandra, en palabras de su madre, “es muy cariñosa y muy atenta con sus padres, siempre tiene una sonrisa”, concluye.

El feeling entre Antonio Zapata y su madre Pilar Cárdenas se siente especial desde el primer momento que hablamos con ellos. El alevín amarillo no puede ocultar el amor hacia su madre y apenas es capaz de articular palabra: “Mi madre por mí lo hace todo”, comienza un visiblemente emocionado Antonio quien enumera algunas de las cosas que implican ese “todo”: “Me ayuda con los deberes, me hace la comida, me lleva a todos sitios…”. Mientras, su madre le observa con ternura: “Antonio es genial”, manifiesta Pilar ante la atenta mirada de su hija pequeña, quien también nos acompaña en este encuentro: “Tengo dos soles pero Antonio es divertido, muy disciplinado, muy maduro para su edad, con decirte que se pone a hablar de política… Es un niño sorprendente”, comenta. Además, en palabras de la madre de nuestro alevín, Antonio es “un buen hermano que quiere, cuida y protege a su hermana”. Pilar cuenta una anécdota que Antonio escucha con atención: “Con tres añitos y medio, Antonio comía fatal y yo veía a los niños que cuando acababan de jugar a la pelota se comían unos bocadillos enormes y ahí dijimos de probar al fútbol y a los cuatro años ya estaba dándole al balón”.

Aunque son de Alcorcón, los Zapata Cárdenas vivieron durante siete años en Málaga, tiempo en el que Antonio creció deseando regresar para jugar en la A.D. Alcorcón: “El Alcorconazo lo vivió en Málaga, para nosotros era un orgullo que se hablara del Alcorcón en todos los sitios y así Antonio fue consciente de lo que era el Alcorcón y su deseo siempre fue jugar en el Alcorcón y aquí está”, concluye.

Chernet y Henok llegaron de Etiopía con 5 y 7 años, respectivamente. Ambos sienten un amor especial por su madre, Mayte Ruiz. Un amor recíproco que se demuestra en cada palabra. “Siempre me apoya y me da los mejores consejos”, señala Chernet acerca de su madre. Su hermano Henok suscribe las palabras de su hermano y añade que “es muy trabajadora, muy persistente y siempre intenta sacar lo mejor de nosotros y nos exigen para que en un futuro seamos hombres de provecho”. Mayte escucha atentamente las palabras de sus hijos y apunta que “es un agradecimiento mutuo, todos necesitamos una familia y es como si el destino nos tuviera conectados”. La madre de los dos buenos futbolistas alfareros cree que “es injusto que haya padres sin hijos e hijos sin padres” y reitera su “agradecimiento al destino y a la vida por cruzarles en su camino”.

En el día a día, Mayte define a sus hijos como “cariñosos” aunque, añade, “cada uno tiene su forma de ser. Henok es más detallista y más responsable; Cher es más cariñoso y más espontáneo a la hora de darte un abrazo. Se complementan muy bien y además son muy buenos estudiantes”, dice Mayte con orgullo.

Seis familias, seis madres orgullosas de sus hijos y, por supuesto, hijos e hijas orgullosos de sus madres.